🎬 Mulholland Drive y el impacto estético transformador del cine. Homenaje a David Lynch

Hace poco, escribía sobre el impacto de algunas obras del artista Bill Viola, genio del videoarte, en este mismo, blog, y hoy escribo sobre David Lynch, el mismo día que leo la noticia de su muerte en prensa. Lo hago con un pequeño texto adaptado que escribí, junto a mis compañeros, para el libro De Película. Cine para educar en diversidad. Tirant lo Blanch. 2019..

Mulholland Drive. Este filme sirve perfectamente para desarrollar un análisis sobre el impacto estético transformador que una película puede ejercer sobre la forma de entender y relacionarnos con el mundo. Especialmente predispone a desarrollar una mirada diferente y esencialmente poética y estética, ayuda a entender de qué forma el arte irrumpe a través de sus propios lenguajes y especificidades, de una forma particular e intensa en las prácticas pedagógicas.

Se trata de una película escrita y dirigida por el artista y cineasta David Lynch, en el año 2001 y considerada, por una parte, importante de la crítica cinematográfica como la mejor película del siglo XXI. Independientemente de estas valoraciones y más allá de situarnos en una posición de cinéfilos. Es bien cierto que el filme se ha convertido con el tiempo en una de esas películas llamadas de culto, que de una forma u otra nos ofrecen algo especial y diferente, que resulta intemporal, y eternamente atractivo, aunque no sepamos definir con certeza en un principio de qué se trata y por qué.

Ciertamente, todo el universo de Lynch orbita en esas dinámicas, incluso su obra visual como artista, con algunas intervenciones e instalaciones en su haber, que denotan el propio interés del autor en ser considerado un artista, más que un director de cine. Un artista que hace películas que son obras de arte.

Es importante constatar que no partimos de una idea preconcebida de la película ni vamos a tratar en ningún caso de desarrollar ningún tipo de análisis fílmico que pretenda dar con las supuestas claves de desarrollo y organización narrativa del filme. Solamente en focalizar las virtudes esencialmente estéticas y no en tratar de desvelar supuestas verdades que emergen desde una mirada semiótica o lingüística. Por tanto, vamos a ir mucho más allá de los múltiples significados que otros trabajos de análisis y crítica han tratado de otorgar o de descubrir en la película, tratando de desvelar algún tipo de verdad oculta en las intenciones narrativas de su autor.

Independientemente del significado original que la película puede plantear, esta resulta especialmente estimulante para trabajar bajo la premisa de la propuesta del ironista que desarrolla Aguirre (2004) a partir de la filosofía pragmatista de Rorty (1991) y que renuncia a la búsqueda del verdadero significado de las cosas. Una dinámica de pensamiento activo y creativo, que genera múltiples respuestas sensibles a una misma experiencia estimulante, como lo es sin duda la de visionar una película como Mulholland Drive (2001).

Según estas concepciones de pensamiento, las obras de arte se conciben como relatos abiertos, pero más allá del sentido que el propio Eco (1985) ofrecía en su ya clásico trabajo de semiótica. Más bien bajo las premisas que formula la filosofía de Goodman (1990) que entiende las obras de arte como expresiones de diferentes mundos, todos ellos reales, posibles y verdaderos. Es decir, los medios artísticos son capaces de construir múltiples mundos y verdades de una manera que ningún otro medio simbólico de interpretación del mundo puede hacer.

La película nos ofrece recursos artísticos y estéticos inagotables para trabajar formas de interpretar y ver el mundo profundamente enriquecedoras. Para empezar, no posee un único hilo narrativo, ni tampoco una narración lineal, lo que nos predispone a repensar de forma permanente cada secuencia del filme y nos obliga a una recepción muy activa. Se trata de una película, donde especialmente predomina la estética con escenas de profunda carga artística, que posibilitan la interpretación a partir de experiencias estéticas diversas y cargadas de simbolismos en las que, a un nivel de recepción, nos permite explorar los límites de la imaginación y de la creatividad.

Los diálogos y las narrativas que rozan el surrealismo y las relaciones humanas complejas y diversas, repletas de un abanico de situaciones interpersonales. Nos permiten establecer dinámicas reflexivas a partir de su visualización en las que replantear y reflexionar las relaciones humanas, establecer narrativas de ficción en el aula, para repensar nuestras propias relaciones y generar espacios de empatía como vía para el conocimiento mutuo.

La posibilidad de generar discursos verdaderamente abiertos, que hablan de nosotros y nos interpelan en función de nuestras experiencias de recepción, desafía incluso al modelo de obra abierta y genera un concepto de obra abierta vinculado a las biografías, los conocimientos, las experiencias, los prejuicios, etc. de los receptores. Va un paso más hacia el replanteamiento conjunto de esas condiciones de recepción para generar un tipo de recepción estética transformadora.

Tal y como expone Rorty (1991, p. 93): “Lo opuesto a la ironia es el sentido común”, y si hay alguna cosa que una película como Mulholland Drive (2001) desarrolla, es precisamente desafiar el sentido común de una forma descarnada y valiente. Las obras artísticas de narrativas ficticias y libres de toda sujeción frente a lo que se espera de ellas en el marco del pensamiento racionalizado, resultan profundamente sugerentes para desafiar esos marcos y elaborar estrategias de replanteamiento del mundo y de uno mismo.

El pensamiento ironista es el pensamiento de la aparente contradicción, y, por tanto, conecta muy bien con un tipo de cine que nos permite abrir la mente y nuestras experiencias y reconducirlas hacia el desafío de lo ordinario. De aquello que damos por sentado sobre nosotros mismos, para ser capaces de crear un pensamiento creativo, activo, rico en matices y profundamente diverso.

Muchas de las reacciones que hemos podido observar frente al visionado de esta película, nacen directamente de una estructura mental profundamente establecida en el imaginario colectivo social que espera encontrar siempre una explicación lógica, derivada de la concepción cientifista del mundo. La propia narrativa cinematográfica clásica, con el montaje como su elemento o característica principal, prioriza ese sentido argumentativo en forma de relato, asociado incluso a lo textual.

Lo verosímil, aquello que podemos asociar a una posible o supuesta realidad, es también algo que casi se presupone o se espera de las películas en general. Incluso en aquellas películas que podemos calificar dentro de determinados géneros como la ciencia ficción, se recurren a narrativas que se presuponen posibles y a un esquema, en general bastante rígido y previsible en el que van aconteciendo las acciones. La falta de acciones, de sucesos en una película cinematográfica supone también uno de los grandes desafíos estéticos que suelen irritar en gran medida a los espectadores no dispuestos a practicar el método del ironista, profundizaremos en este aspecto también un poco más adelante.

Esta película, suele generar unas reacciones muy particulares y diferenciadas. La primera fase de recepción, común a todos los participantes, de consenso casi absoluto. Recepción entusiasta y atenta. Identificación con una película clásica del género thriller y, por el momento, todo parece tener un sentido narrativo, estructurado y claro que responde a las lógicas cinematográficas y visuales conocidas y dominadas.

En un momento concreto, la película empieza a generar giros narrativos radicales y a profundizar en la apuesta estética y puramente poética, una poética de desafío al sentido común. Esto, lleva a entrar a los espectadores en una segunda fase caracterizada principalmente por la frustración y la rabia que les provoca una narrativa estética que no parecen ser capaces de comprender. El problema es que tratan de comprender un modelo de propuesta estética como este aplicando el pensamiento racional y las sucesiones narrativas que presuponen y que están presentes en su imaginario visual cultural, debido a que la mayor parte del cine que han visto responde a unos cánones estructurales muy concretos, diversos, pero dentro de un mismo marco conceptual.

A partir de aquí es cuando se producen los avances más significativos y productivos para la reflexión y construcción de nuevos pensamientos. Una parte se aferra a su frustración por no ser capaz de encajar en la estructura que tienen asumida de los relatos y su comprensión lógica, esta forma radicalmente diferente de construcción tanto de narrativas como de presentación visual de poéticas sensibles. Otros empiezan por fin a comprender la dinámica de lo que implica la búsqueda de la experiencia estética y por fin renuncian. Es decir, dejan de buscar la lógica de la experiencia para imbuirse directamente en la experiencia.

Ese momento de renuncia a tratar de elaborar una estructura que vaya acorde con los planteamientos que de partida habían presupuesto, insertados en una lógica adquirida, pero que en cualquier caso tampoco deja de ser una convención estructurada por prácticas culturales, es un momento de revelación, casi de iluminación, incluso sus rostros cambian. Es a partir de ese momento cuando realmente se dejan llevar arrastrados por la estética, se imbuyen de esa experiencia, y empiezan a comprender, empiezan a entenderlo todo y ser conscientes de su propia mirada.

Este hecho, por sí mismo ya es transformador, ha derribado unas metodologías de pensamiento que se creían únicas para incorporar, al menos la posibilidad en inicio, de establecer otras formas de pensamiento asociadas a las formas artísticas. Otras formas de interpretación del mundo que van más allá de lo previsible y cuyas conexiones no vienen establecidas a priori, sino que somos nosotros los que hemos de construirlas. Somos nosotros con nuestro pensamiento activo, estimulado por las imágenes, las que construimos los sentidos, las que elaboramos los significados, los que creamos los mundos que emergen a partir de películas como esta.

Esto como ya hemos dicho, implica una acción, la acción de un pensamiento activo y supone que la recepción frente a este tipo de cine no puede ser pasiva en ningún caso, te remueve, te fuerza, como mínimo a posicionarte, te incomoda y te provoca para que tu propio pensamiento se revolucione y evolucione. Todo un entramado de acciones que tienen como finalidad establecer nuevos conocimientos a partir de la experiencia, y que se establecen como una experiencia transformadora.

© Ricard Ramon. Todo el contenido bajo licencia: CC BY-NC 4.0

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