Hace poco, escribía sobre el impacto de algunas obras del artista Bill Viola, genio del videoarte, en este mismo espacio, y hoy escribo sobre David Lynch, el mismo día que leo la noticia de su muerte en prensa. Lo hago con un pequeño texto adaptado que escribí, junto a mis compañeros, para el libro De Película. Cine para educar en diversidad. Tirant lo Blanch. 2019.
Los medios artísticos son medios de construcción e interpretación simbólica de mundos y del mundo. Pero requieren un período de adquisición y asimilación de la forma en la que estos medios desarrollan sus estrategias y capacidades comunicativas. Unas capacidades que se establecen mediadas por la experiencia estética, especialmente en los medios artísticos más contemporáneos, innovadores y vanguardistas.
Hacer filosofía, el acto de pensar, es una actividad que permanece, en apariencia, restringida al ámbito académico universitario. Departamentos, facultades, escuelas y universidades, constituyen el mundo en el que se adscribe al profesional de la filosofía. Pero cabe plantearse, con seriedad, qué papel juegan en el mundo los profesionales de la filosofía, cuál es su aportación a la sociedad. Qué clase de filosofía se está llevando a cabo en las universidades. Por qué no se puede hacer filosofía desde el mundo y para el mundo. Qué relación se establece entre el cine y la filosofía.
Texto escrito en el marco de mis estudios de Historia del Arte, como trabajo académico.
Localización histórica
La película es una coproducción hispano-franco-italiana, en la que participan diversas compañías como, Sogetel, Las Producciones del Escorpión, Les Films Alain Sarde y Lucky Red con la participación de Sogepaq, y Canal Plus España. Se trata del segundo largometraje del joven director Alejandro Amenábar, que sorprendió a todos con su ópera prima en este campo, su anterior film Tesis, que obtuvo un éxito importante y que le valió un gran reconocimiento, ofreciendo una bocanada de aire fresco en un género que el cine español apenas ha tratado o que en cualquier caso lo había hecho muy burdamente. En esta, su segunda película, cuenta de nuevo con el rostro y el excelente trabajo de Eduardo Noriega, actor que dio a conocer en su anterior película, y con la consagrada presencia de Penélope Cruz, de sobras conocida y con un amplio currículum cinematográfico. Destaca también la presencia de Nawja Nimri, en su papel de “chica mala”, y la participación de Chete Lera y Fele Martinez.