Me ha llegado por fin el libro Paisajes de la educación artística, relato del congreso del área celebrado en Bilbao en 2020, y he decidido compartir el pequeño fragmento de texto que publico dentro de ese libro. Muchas gracias a las coordinadoras del volumen Estíbaliz Aberasturi Apraiz y Miriam Peña Zabala y a todas las personas que organizaron aquel congreso.
El tres, siempre me ha parecido un número fascinante. Se articula como un espacio de estructuración, que ya de por sí posee una gran carga simbólica e histórica. El tres, remite a una concepción espiritual y compleja del ser humano, que aunque de raíces cristianas, va más allá y nos conecta con la idea de que somos, cuerpos, almas y espíritus. Este ámbito llevado simbólicamente al análisis del papel de la educación artística es muy sugerente. A partir de la hoja elegida, una pequeña hoja de arce recogida del suelo, establezco una serie de conexiones que parten de la experiencia y la biografía personal y la llevan al ámbito de lo profesional. La hoja fue recogida en compañía de mi mujer y mi hijo, de nuevo, el número tres, en un espacio natural maravilloso al que nos habíamos trasladado desde València a la provincia de Teruel, el Parrizal en Beceite. Quería que la hoja fuese de allí, por tratarse de un espacio amenazado por la crisis climática y, aun así, todavía espléndido, y generase esa conexión con el ámbito personal.
La estética de lo cotidiano se configura a través de cuatro vías de interrelación inseparables y reconectadas en múltiples rizomas, bajo la experiencia permanente de la existencia. Estas vías de relación se articulan a través de la propia experiencia estética y las identificamos como el objeto, la construcción de la identidad personal, el archivo de la memoria y las estructuras de poder social que se ejercen a través de la presencia del objeto-imagen en el hogar.
Existen muchas otras vías de exploración de lo cotidiano estético, pero en este ensayo, desarrollo argumentos en torno a estos conceptos, explorando las narrativas que la propia experiencia de la vida cotidiana puede llegar a conferir a su alrededor, y las vinculaciones que el objeto, que deviene imagen en la experiencia de vida, mantiene con las políticas del poder.
Después de haber expuesto las consideraciones anteriores, y tratando de exponer algunas de las problemáticas a las que la educación artística se enfrenta en el presente, de cara a consolidar y garantizar su futuro, a mi juicio, uno de los factores que actualmente resultan más problemáticos, en el sentido de una carencia casi absoluta al respecto, es la falta de un corpus de estudios filosóficos, de pensamiento, sobre la propia disciplina de la educación artística. Este hecho puede llegar a entenderse o tratar de justificarse por la relativa juventud de la educación artística como una disciplina de creación de conocimiento autónoma, si es que realmente existe como tal, ya que, como hemos visto, entre los propios profesionales de la educación artística, ni siquiera se tiene claro este aspecto muchas veces.