🌳 Educar es construir paisajes a través del arte
El ser humano se desarrolla en plenitud, inserto en un entorno, en un paisaje, independientemente de las características y la configuración de ese paisaje, la constitución de un ser humano en el espacio vacío, es inconcebible, ya que el propio vacío acaba por constituir un paisaje en esencia, el paisaje de la nada.
No tanto el paisaje de la soledad, que necesita de referentes en contraposición para generar la sensación de solitud. Frente a ellos, el paisaje de la nada o el vacío, se materializa, se hace palpable en la imaginación, que es la encargada de construir experiencias venideras, reconstruir experiencias pasadas, o crear experiencias que solo se asientan en el ámbito de la fantasía, pero que son tan tangibles y reales como las otras dos. En la medida en que esos paisajes son construidos desde el pensamiento puro, se avanzan al futuro, crean algo nuevo, materializan la libertad.
Bajo el influjo de un espacio, de un paisaje, el hombre es capaz de reencontrar el referente de su existencia, y de su propia identidad personal, de su autoexistencia individual. Existimos en función de un paisaje y por un paisaje. Somos parte del paisaje y a través del mismo nos reencontramos con nuestro propio ser interior.
El arte es el gran constructor de paisajes por excelencia. En nuestra propia existencia, nos enfrentamos a múltiples paisajes vitales, anclados en nuestra experiencia terrenal. Algunos de ellos, con influencias y consecuencias francamente negativas hacia nuestro devenir personal, otros construidos a nuestra medida, y con los que nos relacionamos de forma natural y sin esfuerzo, pero la mayoría, hemos de crearlos, de construirlos a través del privilegiado instrumento de la imaginación y el arte.
El paisaje siempre ha sido, desde que existe el arte, una de las principales obsesiones de los artistas de todo tiempo y lugar, vinculado a esa faceta de la exploración del yo y su situación en el mundo, tanto en el mundo posible, como en todos los mundos imposibles. Todos ellos tan reales, como la imaginación creativa sea capaz de llegar, y que el ser humano necesita y busca de forma perenne.
El resultado final es la construcción de un proceso educativo. Educar es construir paisajes, pero también es juzgarlos, reconstruirlos, observarlos, hacerlos nuestros, proyectarnos y reconocernos en ellos. La educación debe propiciar, ser simple facilitadora, a través de la experiencia vital del arte, entendido como pura experiencia innata en todo ser humano, la construcción de los paisajes que cada persona necesita en el desarrollo de su experiencia vital en el mundo y de la búsqueda de su propia identidad.
© Ricard Ramon. Todo el contenido bajo licencia: CC BY-NC 4.0
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